Editorial
¡Grotesco!
Pero lo más grotesco es pretender tratar a los venezolanos -chavistas y opositores- como a unos niños a los que se les quiere esconder una realidad que a todas luces, aún del más ignorante, es evidente
Esta palabra que el castellano tomó del italiano grottesco y éste a su vez del latín crupta, se refiere a situaciones extravagantes, ridículas y de mal gusto. ¿Cómo podríamos calificar de otra manera todo el sainete que se ha venido realizando con motivo de la enfermedad del Presidente Chávez?
Grotescos fueron los actos del 10 de enero en los que, con galimatías de todo género, se pretendió resolver la cuadratura del círculo, estableciendo algo así como que la no presencia no significa ausencia, sino todo lo contrario.
Grotesca fue la intervención del depravado Daniel Ortega, quién pretendió dar lecciones de moralidad a los opositores, a través de un lenguaje soez y destemplado.
Grotesco fue el silencio del Presidente Mujica, quien no se inmutó ante las obscenas regurgitaciones del nicaragüense, porque callar es proteger la bolsa.
Grotesca entre lo grotesco fue la sentencia de nuestra nueva estrella del derecho que podríamos llamar, por ahora, Ulpiano Morales, secundada por el inefable Justiniano Escarrá, quienes construyen un nuevo derecho a la medida del sobrevenido Maduro.
Grotesca es la fotografía tomada en la Habana, de la de por sí objeto de esa definición, Cristina Fernández de Kirchner, con los dos ancianos Castro, con una mise en scène fúnebre.
Pero lo más grotesco es pretender tratar a los venezolanos -chavistas y opositores- como a unos niños a los que se les quiere esconder una realidad que a todas luces, aún del más ignorante, es evidente.
Lo peor es que estamos siendo gobernados por personas a las que les importa bien poco ser grotescos mientras puedan, como una versión siglo XXI del Dios Jano, seguir disfrutando siamesamente de las mieles del poder
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Publicado por infragon desde WordPress para BlackBerry
enero 14, 2013 at 13:52
Hay poco que decir. Mas claro y cierto no se puede hablar. Fuimos testigos presenciales de tan bochornoso acto. Triste acto. Mas triste ver como un pueblo obnubilado, idiotizado, estupidizado, gritaba y brincaba como presa de un delirium tremens. Y yo, testigo mudo, por no decir, paralizado. Quien podia medio chistar o criticar o mirar raro a nadie, sopena de ser agredido por una turba desquiciada, borracha de jolgorio que hasta de Chavez se olvidaba, con tal de sumarse a esa debacle ridicula. Quien se acordaba en ese momento del pobre enfermo? Asi mismo sera el inmediato futuro. Muerto el Rey…que viva el bufon. Mientras tanto, LA REPUBLICA se desploma. Pobre Bolivar, pobre Paez; realmente esos pobres ilusos, ARARON EN EL MAR!!!!!!.
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